miércoles, 18 de julio de 2012

Amiga sin derechos

 Por Sanpalqui

PARA ESCUCHAR:

19 de julio, día del amigo con derechos... cuando leí este anuncio automáticamente pensé (y creo que muchos de ustedes también lo hicieron) ¿a quién voy a celebrarle ese día? ¿Yo seré un o una amigo/a con derechos? o ¿sin derechos?

Y es que de ahí para adelante he leído y escuchado cuanto comentario al respecto ustedes se puedan imaginar. Están los de mente abierta que piensan que ser "amigos con derechos" es uno de los estados ideales del ser humano; están las "indignadas" que se rayan sobremanera con el término y empiezan a "dar varilla" en cuanta red social encuentren para que aquel amiguito se entere, que ellas nunca se consideraron "amigas con derechos". Están los sobreactuados que sienten que todas sus amigas tienen los mismos derechos y dan a entender que tienen todo un harén de "amiguitas"... y por último estamos las que no opinamos nada porque o nos sentimos aludidas, ignoradas o utilizadas.

Para mí el término "amigos con derechos" está mal aplicado... ese rótulo no existe. ¿Derecho a qué? ¿Derecho a meterse en su cama cada vez que se le antoje? ¿Eso es un derecho? Yo no creo, yo lo veo es como una simple necesidad. Si nos ponemos a pensar todo apunta a ese "derecho" o ¿existe algún otro? Si ustedes se remiten a lo más básico que es la definición de "amigos con derechos" en Wikipedia encuentran esto: "La amistad con derechos es una relación de pareja que intenta combinar la vinculación afectiva, los comportamientos y actitudes típicos de una amistad, con la posibilidad de mantener relaciones íntimas o sexuales". En resumidas cuentas llegamos al mismo punto, la necesidad.

Para mí, derecho es igual a libertad, libertad de pensar, sentir y hacer, pero en una relación enmarcada en ese "amigos con derechos" no existe tal... porque usted, por ejemplo, puede llamar, pero no tanto porque ya pasa el límite, usted puede ser compañía, pero en ciertos espacios, usted puede ser especial, pero no a todo momento, usted puede demostrar afecto, pero no enfrente de los demás, usted puede preguntar, pero no esperar respuestas, usted puede dar, pero no recibir, usted puede sentir, pero preferible guardarse el sentimiento, usted puede llorar por algún desplante, pero mejor que él no la vea, usted puede agarrarle la mano, pero por debajo de la mesa, usted le puede dar un beso, el mejor beso del mundo, pero que nadie vea y se entere, usted le puede escribir tweets o mensajes, pero siempre al aire, usted puede sentir celos, pero muérdase un codo porque no debe demostrarlos ni expresarlos, usted nunca es la de mostrar, que le quede claro que es una más del montón... y así un sin número de situaciones condicionadas, ahí no hay libertad... no hay derecho a nada.

 "Amigos con derechos" es una de las relaciones más complicadas de mantener... casi más difícil que un matrimonio y no exagero, porque he vivido los dos escenarios y llego a esa conclusión. ¿Qué si he sido o soy "amiga con derechos"? Pues claro, o si no, no estaría hablando del tema. Lo soy porque decidí serlo, porque aunque sufro (más de lo que debería) sé desde el principio, las consecuencias del juego, el juego en donde al final uno de los dos SIEMPRE pierde y cuando digo siempre es siempre. Me desgasta profundamente la situación, porque cuando me arriesgué, nunca pensé que se me iba a salir de las manos lo que sentía, tanto que voló para llegar y acomodarse conchudamente en el corazón y muy de malas... fue mi culpa... porque entré al juego que no sé jugar, porque le aposté a lo que no soy, porque me creí la fuerte de sentimientos, siendo que los tengo más blandengues que gelatina... porque yo soy así, enamorada, entregada y fiel convencida del compromiso y esas reglas no aplican en esta película.

Pero como mi vida privada es mi vida privada y no voy a contar más de lo que debo, sólo me queda por decirles, que si a usted hoy le regalan una rosita o un chocolate porque tiene el "honorable" título de "amiga con derechos" no se queje, si se metió en ese video fue porque usted sabía lo que le venía "pierna arriba". Si le indigna el rótulo, no se preste para el juego, que la saquen del partido por "W" y si la frase: "Tú me das, yo te doy, pero ni me pides ni te pido y así la pasamos bien y al otro día sin remordimiento". le produce piquiña, rasquiña, mareo, rebote y rabia, decida cambiar el norte de su corazón, para que mañana la vean mejor como un lindo sentimiento y no como una simple necesidad.



CRÉDITOS
Imágenes
http://guadalajara.anumex.com/anuncio/dia-del-amigo-con-derechos-19-julio/3884525
http://www.ciudad.com.ar/espectaculos/87713/amigos-derechos-manera-cada-vez-mas-comun-relacionarse
http://elespejodemaxwell.blogspot.com/2012/01/la-teoria-del-amigo-con-derecho.html 
Música: Jarabe de Palo - Agua.


martes, 10 de julio de 2012

Yo también fui gorda


Por Sanpalqui


PARA ESCUCHAR:  

¿Un escrito más de gordas, flacas, kilos, sapos desparramados, sobrepeso, anorexia.... ? Pues si, esta vez no podía quedarme callada, ¿porqué? por que yo también fui gordita... y bien gordita.

Y es que cuando le cuento a alguien que hace 3 años pesaba 90 kilos... casi nadie me cree. Tengo que recurrir a la foto y empezar a contar mi historia. Ahora peso 58 kilos y de ser talla 18-20 ahora soy 10-12. Pero eso no es por obra y gracia del Espíritu Santo o por mi fuerza de voluntad para cerrar el pico, tuve que recurrir a los avances de la tecnología, al bisturí, a la aguja y el hilo. Y no me da pena contarlo; sí soy operada, me practicaron un bypass gástrico porque quería mejorar mi calidad de vida, quería verme bonita y quería ser ejemplo para muchos. 

Un día del mes de septiembre del año 2009 me levanté de mi cama, me bañé y fui al clóset y nada de lo que había me gustaba, parecía un retrato, nada de lo que me quedaba bueno me gustaba, me senté a llorar en el piso y odie cada dona, cada buñuelo con natilla de las novenas de diciembre, los perros calientes, las hamburguesas, las papas fritas con helado... etc, etc... si así como sale en las novelas... lloré y lloré, tanto que llegue muy tarde a trabajar y lo peor con el mismo pantalón talla 20 y el suéter de rayitas verticales que estilizan la figura... pffffff!!!

Ese día tomé la decisión, ese día decidí que quería dejar de ser gordita... que gordita... gorda. Estaba cansada que los piropos que me rondaban muy vez en cuando fueran: "es que tienes una cara bonita"o "Tu eres una gordita bonita y con forma", al próximo que me dijera algo parecido seguro le daba una #PatadaVoladora ... :S. En ese momento entendí (como lo decía la Azcárate) es mejor ser flaca que gorda... eso es verdad... es una verdad total y absoluta. No quiero decir con esto que esté de acuerdo con la forma en que abordó el tema esta señora, eso fue indignante y falta de todo argumento, pero desde mi experiencia personal, puedo asegurar y comprobar que si es mejor ser flaca que gorda.

En fin... ese día de septiembre llamé a mi gastroenterólogo, nunca me paso por la mente llamar a la nutricionista, yo no quería un proceso largo de dietas donde bajas de a media libra por mes. Yo quería dejar de ser gorda YA! No en 3 años... es que pesaba 90 kilos... tenía que bajar por lo menos 25 o 30 y eso con dietas y fuerza de voluntad era casi imposible para alguien con poca paciencia como yo. Necesitaba una opción radical y rápida. Al día siguiente ya estaba en el consultorio de mi gastroenterólogo... pero así de rápido como llegué me fui, me bajo del bus. En resumen, él no practicaba ninguna de esas cirugías bariátricas, aunque me explicó todas las opciones, me aclaró que no las ejecutaba. Creo que vio mi cara de tristeza absoluta y remató la cita diciéndome: "Yo no hago esas cirugías, pero si tengo un grupo de amigos médicos que las hacen y tal vez te puedan ayudar, sólo que tienes que contar con 25 millones de pesos para lograrlo". Mis ojos brillaron cual diamante fino y hasta llegué a pensar, "vendo el carro y listo" pero pues tampoco... algo podría hacer.  Al día siguiente fui a la Clínica "Cirugía para la Obesidad", cuando entré vi muchos gorditos... era mi mundo... me sentía hermosa en medio de todos ellos, jajajaja. Mientras esperaba, en las pantallas de la sala, pasaban el video del antes y después de Maradona, Valenciano, El Gordo Benjumea, apartes del programa de TV "Cambio Extremo", todos operados en ese lugar, así que me dije: "estoy en el lugar correcto" estaba decidida a hacer lo que fuera. 

Me llamaron al consultorio y un doctor muy amable y joven empezó a hacerme miles de preguntas, mi familia, mis alimentos, mis hábitos etc. todo su cuestionario terminó con la frase más cercana al paraíso, a mi paraíso en ese instante: "Eres candidata perfecta para un bypass gástrico", yo sonreí aunque en el fondo pensaba, ¿de dónde carajos voy a sacar 25 millones de pesos? y fue ahí cuando aquel joven doctor me llevo a la luna cuando dijo la frase correcta: "te vamos a ayudar y vamos a lograr que tu medicina prepagada cubra esta cirugía, tienes todos los factores de salud necesarios para argumentar esta operación". Les confieso que lo único que me faltó fue salir de esa clínica y saltar en una "pata" a lo Charles Chaplin. 

La tarea no era tan fácil, pero como todo en mi vida, lo que me propongo lo logro, esta cirugía la lograba por que la lograba. El proceso para que la medicina prepagada me cubriera el procedimiento, duró un mes, día de por medio tenía citas médicas, exámenes, tenía que pedir permiso en la oficina y ya me miraban rayado cuando pedía un permiso más. Pero poco me importaba, yo estaba detrás de lo mio. Recopilé cada examen, cada ecografía, radiografía, fotografía e historia clínica en cuanto especialista existiera y me fui a la oficina de mi medicina prepagada, entregué todos los documentos y en 5 días hábiles me llamaban a darme la definitiva. Durante esos 5 días hice dieta, pero no porque quisiera, sino porque la ansiedad no me dejaba comer... reconocí que no era fácil para mi ser gorda, que no era conforme con lo que veía en el espejo, que mi pareja, aunque decía que le daba igual, se le quedaba mirando el trasero a las niñas bonitas y años atrás ya me había cambiado por una flacuchenta (inmunda) pero a la final flaca, sufría porque en los almacenes de ropa las vendedoras me repetían: "que pena contigo, pero no tenemos tu talla", era alguien inseguro, no estaba bien, creía fielmente en mi, pero no creía en lo que proyectaba a los demás. No era feliz y no me da pena reconocerlo así suene superficial y banal.

Y la llamada llegó. Estaba en la oficina, más encamellada que nunca, hasta renegué cuando sonó el teléfono, pero cuando escuche del otro lado cuando me decían: "Le hablamos de *** medicina prepagada", casi me desmayo, las manos me sudaban, los segundos se me pasaron al mejor estilo de un capítulo de "Super Campeones". Cuando la señorita dijo textualmente: "la junta de médicos de *** medicina prepagada que estudió su caso, decidió que su cirugía bariátrica está AUTORIZADA, puede venir en los próximos 3 días a radicar su autorización", lo único que hice fue ponerme a llorar... lloré de emoción, a duras penas la voz me salio para decirle a la persona que estaba en el teléfono, "muchas gracias", colgué y seguí llorando, mi compañera de oficina no entendía porque lloraba, la mire, me paré y salté (esta vez si como Charles Chaplin), volví y lloré, volví y salté y grite.... "me la aprobaron, me aprobaron mi bypass"... a los 8 días ya estaba en sala de cirugía dispuesta a someterme a mi "cambio extremo". Los primeros meses no fueron fáciles, era sólo cuestión de aprender que me caía bien y que no, que podía comer y que no y al año y medio ya no eran 90 kilos en esta pequeña estructura osea, sino 52 kilos que iban perfecto con mi 1.58 de estatura. 

La vida me cambió 180 º, lo que veía en el espejo me gustaba, aunque no era perfecto, estaba muy conforme, los cambios en mi rutina eran tan insignificantes como que ya no llegaba tarde a trabajar por estar pensando que ponerme, cualquier cosa me quedaba bien. Los piropos ya no eran de gordita linda, ahora era diferente, aunque me intimidaban las miradas o los halagos (cosa que todavía me pasa y no he sabido superar) ya llegaba a un lugar y no llamaba la atención por la cola tan gigante, sino por todo y puede sonar creída, pero más allá de eso me sentía era orgullosa de mi, de mi gran paso, de mi gran logro. Me convertí en una mujer más segura de mi misma, hablaba con más propiedad, se abrieron más puertas a nivel personal y profesional, me separé (aunque no atribuyo el 100% de este hecho a mi cambio físico, no puedo negar que tenerme más confianza me hizo tomar decisiones que antes seguramente no era capaz de tomar). Mi calidad de vida mejoró notablemente, podía jugar con mi peque sin terminar a punto de un paro cardiaco, dormía mucho mejor, no roncaba, me sentía bien y eso lo transmitía en mi sonrisa. 

Ahora no soy una 90-60-90, cuando me siento se me sale el rollito de la panza, tengo piel que sobra por aquí y por allá, las estrías y celulitis habitan en mi como en cualquier mujer, y eso no me hace menos ni más... peso 58 kilos y me doy por bien servida... ya no son 90 y espero no volverlos a tener, no quiero volver a ser gorda, porque sufrí, porque no me gustó serlo, porque aprendí a quererme y a saber que mi salud y bienestar valen más que una dona de miel. Por eso puedo asegurar y ser radical en mi opinión, respetando a todas aquellas que tienen sobre peso y aún así son felices, pero para mi, para Sandra Alvarez, es mejor ser FLACA que GORDA.

Pd: Señora Azcárate, con todo respeto y humildad así es que se escribe sobre la gordura, con argumentos y conocimiento de causa... pesar 90 kilos cuando mides 1.58 sí es estar gorda, eso sí es saber hasta que punto usted puede sufrir. He Dicho.



CRÉDITOS: Fotos Archivo Personal