Por Sanpalqui
Yo sé que mi blog es para contar esas historias que nos pasan a muchas, donde lloramos, nos preguntamos ¿por qué me hizo eso? ¿por qué todos los hombres son iguales? pero esta vez no será así... hoy esta entrada se la quiero dedicar a mi equipo... a Millonarios... el que me hizo llorar... pero de felicidad.
Domingo 16 de diciembre, 12:45 pm y suena mi celular, era mi mamá: "Apúrate que tu hermano dice que a las 2:00pm se van para el estadio"... salí corriendo como una loca, mi Sarita estaba lista, con su camiseta de Millos bien puesta... yo, hasta ahora me estaba vistiendo... me alisté muy rápido, quería llegar al Campín yaaaa!!!, había estado muy triste los días anteriores y ese domingo quería darme la oportunidad de no pensar y ser feliz...
Llegué muy rápido a la casa de ellos, mi hermano
y mi papá estaban alistando la bandera, mi mamá sirviendo el almuerzo
(no se pueden ir sin comer antes algo) Sarita corría por el apto con mi
vuvuzela, pitando suavemente, para que nadie le dijera nada y yo los
veía tan emocionados que me empecé a poner nerviosa... pensaba... "un
equipo de 11 futbolistas, no puede jugar con la ilusión de tanta
gente... es imposible que no ganemos..."
Listos todos,
nos subimos al carro y puedo casi asegurar que sentía más nervios en ese
momento, que cuando iba en el carro rumbo a la iglesia el día de mi
matrimonio... creo que en últimas lo del matri ya era casi "asegurado",
lo de Millos no sabíamos... jajajajaja. Sacamos las banderas por las
ventanas, la gente nos miraba, pitaba, muchas camisetas azules... mucha
gente al rededor del Campín, todos nos cuidabamos con todos, era
demasiada gente y volvía a pensar lo mismo... "no puede un equipo jugar
con nuestra ilusión". Pasando las requisas y revisiones, cuando nos
paramos frente al Estadio el corazón se me quería salir... iba a entrar
al Campín a ver a mi equipo en una final... la foto respectiva con las
banderas, camisetas y vuvuzelas y algo que no podía faltar... una
sonrisa de oreja a oreja que sólo la gente feliz puede hacer.
Pero
no les puedo describir la emoción que sentí cuando entré a nuestra
localidad y veo esa cancha, verde perfecta, con miles y miles de
personas con su camiseta azul, fue un momento increíble. Nos acomodamos
en nuestras silla, mi número, la 73 y acto seguido mi hermano dice: "Si
Millos es campeón, me rapo la cabeza" Ohhhh por Dios... vamos a ver si
lo cumple. En ese momento el señor que habla por los alto parlantes del
estadio, le daba indicaciones a toda la tribuna de Oriental y les decía
que a la cuenta de tres iban a hacer el primer ensayo del
recibimiento... al contar 1,2,3... levantaron unos carteles al mejor
estilo de los Juegos Olímpicos (guardadas las proporciones) y formaron
la frase : "Millos por la 14", me volví a emocionar.
Y
llegó la hora, los equipos salieron a la cancha, los papelitos de
colores volaron por todo el estadio, el ensayo de la tribuna Oriental
funcionó a la perfección, la frase se vió "divina", los himnos no se
cantaron, se gritaron y el pito inicial, hizo que más de uno nos
encomendáramos al Dios azul que aseguramos, es hincha de Millonarios.
Durante
el partido grite, salté, me desesperé... yo fui de las que grito mil
groserias cuando entregaban mal el balón, cuando hacian falta, cuando le
rompieron la cara y no nabía expulsado. Yo era de las que gritaba
cuando el Bolillo se paraba del banco... pero no porque fuera el
director técnico del contrincante... sino por su episodio de "macho
agresivo"que tiene a su espalda, en fin... todo el segundo tiempo me
repetía, no podemos ir a penaltis, no podemos ir a penaltis... y
tenga... les voy a ser sincera... en algún momento perdí la fe y pensé
que iba a salir por la puerta de ese estadio hecha un charco de
lagrimas... pero bueno... nada... sólo veía a mis vecinos de silla ... que
ya no eran tan vecinos... eramos los más "parceros" de todos, compartiamos el
mismo sentimiento.
Empezaron los cobros desde el punto
penal y más de 20 mil personas tenían el corazón en la mano.... y yo era
una de esas. Muchos se tapaban la cara, otros se quedaron sentados,
otros se salieron porque no aguantaron el voltaje y yo, ahí parada,
mirando a mi alrededor, como cobro tras cobro se encomendaban al Dios
del Fútbol. Uno y otro y otro, hasta que un error del contrario nos hizo
palpitar una vez más, pero esto era peor que una montaña rusa, que una
relación disfuncional... un error nuestro nos vuelve a dejar en el
límite. Cada vez que le tocaba el turno al azul, el estadio quedaba en
silencio absoluto, concentración total, en cambio cuando le correspondía
a el DIM el ruido era ensordecedor. Pero no les voy a narrar cobro por
cobro, eso se lo dejamos al noticiero, a los comentarias y periodistas
deportivos. Yo les quiero contar lo que paso en esa atajada... cuando el
balón rebotó en esas dos manos gloriosas, el Campin estalló a
gritos... yo abracé al primero que estaba a mi lado, que ni me acuerdo
como se llamaba, lloré, las lágrimas se me escurrieron de la felicidad,
el corazón me volvió a latir, pero la alegría más grande y el momento
más emocionante fue ver a mi hermano y a mi papá abrazados, llorando de
alegría, eso pago los 90 minutos que estos "carajitos" me hicieron
sufrir.
Me siento muy orgullosa de poder ver a mi
equipo CAMPEÓN, de haber estado en el Estadio llenándome de emociones y
adrenalina en cada instante, de sentirme orgullosa de llevar una
camiseta. Ese día 16 de diciembre de 2012, nunca, nunca se me va a
olvidar que todo lo vi azul y que grite: "Campeón, Millos Campeón".
CRÉDITOS:
Fotos Archivo personal
Música: Millonarios campeón - Billos Caracas Boys
CRÉDITOS:
Fotos Archivo personal
Música: Millonarios campeón - Billos Caracas Boys